Sin embargo, los resultados de una reciente investigación señalan a un lugar más cercano de lo que pensábamos como candidato para alojar vida. Se trata de Europa, uno de los satélites que orbitan alrededor de Júpiter y bajo cuya superficie se encuentra un enorme océano de agua salada. Las mareas gravitacionales de Júpiter generan el calor necesario para que el agua permanezca en estado líquido debajo de una capa de hielo sólido de entre 10 y 30 km de grosor.
La producción de oxígeno en Europa es diez veces superior a la producción e hidrógeno. Para la existencia de la vida debe haber un equilibrio entre estos dos gases, algo que con anterioridad se pensaba que se generaba mediante la existencia de actividad volcánica en el satélite, lo que produciría hidrógeno. Sin embargo, este nuevo estudio señala, por el contrario, que la producción de hidrógeno podría formarse de otro modo. El agua generaría hidrógeno al entrar en contacto con la roca del núcleo de Europa a través de grietas en su corteza, un mecanismo que ocurre también en nuestro planeta.
La NASA tiene programada para la próxima década una misión a este satélite, gracias a la cual podríamos obtener nuevas pistas sobre las condiciones de Europa y la posibilidad de que algún día encontremos vida allí.
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